JUAN ANTONIO TINTE critico d’arte

JUAN ANTONIO TINTE critico d’arte

Pitti: el gesto como objeto La herencia es un hecho que va ligado de forma indiscutible a la pintura actual, por lo que tiene de consecuencia. El pintor acumula la experiencia propria y la de sus extranos sino para disuardirnos de esa idea, si para convocarnos a un reflejo del presente y su forma de manifestarse en el terreno plàstico, o lo que es lo mismo, necesita de la herencia tanto para secundarla como para obviarla, lo cual no deja de ser una forma de tenerla en el terreno de las apreciaciones directas. En este sentido, y sin negar tal evidencia Pitti (Brescia, Italia 1951) lleva hasta sus ùltimas consecuencias su relaciòn con esa parte de la herencia, siendo ésta y no otras acquella que se desprende del proprio acto de pintar e intervenir sobre la superficie sin màcula. Con una trayectoria dilatada en el tiempo por la màs destacadas galerìas y ciudades italianas, el autor, que no es un desconocido en nuestro paìs pues han sido varias las ocasiones en las que su obra han podido contemplarse sobre todo en el àmbito catalàn, se presenta ahora en el Ateneo de Madrid en lo que supone su segunda individual en la Capital – la primera tuvo lugar en la galerìa Cuatro Diecisiete en 1998 – donde queda de manifiesto y sin paliativos la enorme fuerza visual que ejerce sobre los lienzos que manipula al antojo de los impactos. Tan arrebatador como sutil y tan aguto como impulsivo, Pitti actùa sobre las telas dejando a la pintura hacer en lo que tiene de consecuencia directa a la raìz de su propria labor, esto es, ejerciendo su dictado en forma de huella y rasgo intencionado. Los pinceles, sumergiéndonos en el camino de las manchas, nos advierten del aliento de su hacerdor. Los colores, duros, pasionales, lechosos en muchas ocasiones, frìos o encendidos, se convierten en un vértigo sinuosos por donde la mirada se deja seducir de intenciones no sòlo narrativas en lo que ostentan de simbòlicos, sino por lo que desprenden en tanto que testimonio casi fastuoso que acciòn y composiciòn pictòrica. Estamos hablando de un pintor que parece dejarse llevar por los impulsos, desde el momento en que sus obras transmiten como eje prioritario esa idea a través de los gestos y la conclusiòn de cada pieza. Pero esto, que no es poca cosa, nos lleva al encuentro de un autor que le vale una base reguladora siempre en la movilidad y nunca en la quietud para, desde ese punto, generar todo un universo de epacios fruto de la no vacilaciòn. Es decir, en su pintura, siempre hallaremos un elemento que deja de ser perturbador para arrastrar desde él toda la composiciòn, en un suerte de manchas y planos impetuosos que adivinamos como telones que cambian de rumbo y direcciòn, cuajando un escenario para la pintura y el dibujo de su pureza encerrado en el gesto.

Madrid, febrero 2012